top of page
fondo web_edited_edited.jpg

Comprender mis procesos emocionales

  • Foto del escritor: Nuria Cruz
    Nuria Cruz
  • 5 may
  • 2 Min. de lectura

Cuando algo nos descoloca

En la vida hay momentos en los que una situación nos desconcierta o duele profundamente. Es entonces cuando el miedo aparece sin previo aviso. Nos invade una oleada de pensamientos negativos, la autoestima se tambalea y, casi sin darnos cuenta, comenzamos a compararnos con los demás, aparecen los "debería", los "tengo que", tratando de buscar una solución rápido a esto que nos está pasando.

En medio de esa tormenta interna, podemos quedarnos atrapados… o elegir observarnos.


Observar sin identificarnos

Desde la mirada gestáltica, la clave no está en evitar lo que sentimos, sino en observarlo sin juicio. Cuando logramos tomar distancia de los pensamientos y emociones, y no nos dejamos llevar por completo por ellos, algo se aclara. Te das cuenta de que quizás no tienes la culpa, no todo es tu responsabilidad. Tal vez simplemente estas reaccionando desde una herida o desde un patrón aprendido. Y esa consciencia ya es parte de la transformación.


Del enfado a la tristeza: la caída de la idealización

ree

Es común que, ante lo que percibimos como injusto o incomprensible, surja el enfado.

Después, cuando esa emoción se apacigua, aparece la tristeza: la tristeza de ver que la situación o la persona que habíamos idealizado no es como imaginábamos. Descubres que esa imagen que sostuviste en tu mente no era real. Era una construcción interna, una fantasía con la que intentabas dar sentido o consuelo a algo que no comprendías.

Y llega entonces la desilusión: no solo por lo que ocurrió, sino por lo que te contaste al respecto.


Los aprendizajes detrás del dolor

Aunque estos procesos duelan, tienen un gran valor terapéutico. Nos muestran nuestros mecanismos, nos ayudan a entender cómo funcionamos y a cultivar una mirada más compasiva hacia nosotros mismos.

Tal vez descubres que estas demasiado enfocado en las necesidades de los demás. Que te afecta profundamente sus actitudes. Que te esfuerzas por atender lo externo, mientras dejas de lado tus propias emociones o límites.

Y te preguntas: ¿Dónde estoy yo en todo esto? ¿Me estoy priorizando lo suficiente?


Volver a mí

A medida que avanzamos, empezamos a notar que ya no necesitas tantas respuestas de fuera. Que todo este proceso, por incómodo que sea, te está enseñando a mirar hacia adentro. A poner el foco en tu camino, en lo que te toca sentir, aceptar o soltar.

Y poco a poco, cuando dejas de resistirte, aparece una sensación nueva. Un poco más de calma. Incluso un atisbo de alegría. La alegría de saber que estas habitando tu proceso con conciencia. Que te permites sentir y que no te dejas arrastrar por la emoción, sino que la atraviesas.


El poder de la autoobservación

Comprender nuestros procesos no significa tener todas las respuestas. Significa darte el permiso de sentir, de cuestionarte, de volver una y otra vez a ti.

Porque cada emoción que escuches con atención te llevará más cerca de quien verdaderamente eres.


Un viaje hacia la autoobservación desde la Terapia Gestalt
Un viaje hacia la autoobservación desde la Terapia Gestalt

 
 
 

Comments


bottom of page